Las tediosas negociaciones sin acuerdo para formar Gobierno en España, el fallido intento de golpe de estado de Turquía, el trágico atentado de Niza, el devastador terremoto que sacudió el centro de Italia, el referéndum que marcará el despegue del Reino Unido de la Unión Europea, la Eurocopa en la que Islandia eliminó a Inglaterra. Numerosos acontecimientos quedarán por siempre señalados en el calendario de verano de 2016. Acontecimientos que han marcado nuestro presente y escribirán la historia de nuestro futuro, como también es el caso de las Olimpiadas de Río de Janeiro, que han tenido lugar entre el 5 y el 21 de agosto.

María CanoLos primeros Juegos de la historia de Sudamérica han situado a España en la decimocuarta posición del medallero olímpico con un total de 17 medallas. Oros como los de las jóvenes Mireia Belmonte en los 200 metros mariposa, Carolina Marín en bádminton o Eva Calvo en Taekwondo quedarán grabados en la mente de los españoles como ejemplos de admiración y pasión. Oros que, una vez más, nos muestran el protagonismo de las mujeres en el deporte y que deben servir de impulso para que se fomente aún más la igualdad de género en este ámbito.

También en piragüismo, España demostró su gran potencial alcanzando tres medallas de oro (Marcus Cooper, Maialen Chourraut, Saúl Craviotto- Cristian Toro) y una de bronce (Craviotto); así como en tenis, con la victoria de Marc López y Rafael Nadal en dobles; en baloncesto, donde la plata recayó en la equipación femenina y el bronce en la masculina; o en gimnasia rítmica, donde el equipo femenino obtuvo la medalla de plata. El atletismo tampoco se quedó atrás, alcanzando Ruth Beitia el oro en salto de altura y Orlando Ortega la plata en los 110 m vallas. Completaban el medallero Lidia Valentín en Halterofilia, Joel González en Taekwondo y Carlos Coloma en ciclismo.

De este modo, España vuelve con siete oros, cuatro platas y seis bronces, cumpliendo con éxito las expectativas previstas a pesar de que su posición haya sido puesta en entredicho en múltiples ocasiones, antes y durante los Juegos Olímpicos.

Pero estas olimpiadas, además de medallas, han dejado un sinfín de anécdotas curiosas para el deporte y la vida como la conmovedora historia de las atletas Nikki Hamblin (Nueva Zelanda) y Abbey D’Agostino (EE. UU.) en los 5.000 metros, a quienes su espíritu olímpico les llevó a ser clasificadas para la siguiente carrera a pesar de ser las últimas en llegar. También el nadador etíope Habte Robel Kiros acaparó todas las miradas por su figura nada atlética y se convirtió en uno de los nadadores más lentos de los 100 metros libre.

Además, una vez más, fuimos testigos del choque entre culturas. Concretamente, en el partido de vóley playa entre Alemania y Egipto en el que el contraste en la indumentaria de las dos deportistas egipcias, Nada Meawad y Doaa El Elghobashy, con hijab y manga larga, frente a sus rivales Laura Ludwig y Kira Walkenhorst, con bikini, dejaron una de las imágenes más singulares de las olimpiadas. Una imagen que ha abierto nuevamente el complejo debate sobre la utilización de esta prenda.

Otro de los protagonistas de Río fue el atleta sudafricano Wayde Van Niekerk, además de su entrenadora y bisabuela, Ans Botha, de 74 años. Campeón de los 400 metros, Van Niekerk se convirtió en una de las figuras más mediáticas de esta edición de los juegos hasta que la identidad de su entrenadora se hizo pública y la figura del atleta pasó a un segundo plano.

También el boxeo dejó una triste anécdota para el deportista chino Lu Bin, quien se adelantó a la decisión del árbitro celebrando una victoria que se convertiría en pura desilusión cuando instantes después el jurado coronara a su oponente.

2016 ha dejado unas olimpiadas un tanto especiales que también serán recordadas por como el agua de la piscina de salto olímpico se tiñó de verde ante el estupor de espectadores y deportistas y en el que el atleta jamaiquino Usain Bolt y el nadador estadounidense Michael Phelps pasarían nuevamente a la historia olímpica con tres y cinco medallas, respectivamente.

Unas Olimpiadas que empezaron con mal pie. La contaminación de las aguas donde se disputarían determinadas pruebas de remo y piragüismo, el temor a una posible propagación internacional del zika, la inestable situación política ante la posible destitución de la presidenta Dilma Rousseff y la oleada de violencia fueron objeto del debate y la crítica de diversos organismos internacionales. ¿Era o no una equivocación realizar un evento deportivo de tal envergadura con todos esos condicionantes? La respuesta a largo plazo es aun impredecible. Pero, al menos por el momento, las Olimpiadas han dejado un balance positivo y, una vez más, se ha demostrado que el deporte rompe todo tipo de barreras y puede ser el motivo de la alegría de un gran número de personas que, tanto en Río como a través de sus televisores, han disfrutado de la actividad deportiva de sus países en un verano olímpico.

María Cano Rico

Periodista