Se aproxima el inicio de un nuevo curso académico y sabemos que será muy distinto a cualquier otro que hemos vivido. La Educación Superior, que apenas ha experimentado cambios de entidad en un milenio de vida, está ahora inmersa en una profunda transformación. La pandemia que estamos viviendo y que tanto dolor está generando ha acelerado una transformación digital que había tardado en llegar a nuestro sector, poniendo a prueba el sistema educativo.
Nos enfrentamos a un mundo en cambio, donde reinventarse no es algo opcional, sino un imperativo. Y ante esta realidad. las instituciones educativas, que siempre hemos sido herramientas de transformación, debemos asumir la responsabilidad de ser impulsoras de ese cambio. Debemos liderar el progreso social y ofrecer soluciones para los problemas que afectan a nuestro entorno, a la sociedad y al mundo en su conjunto. Con un mercado laboral cambiante y complejo, la educación cobra ahora más importancia que nunca y, por ello, nuestro compromiso de ofrecer una educación de calidad a todo aquel que quiera crecer y formarse debe permanecer intacto.
Y para poder hacerlo, la propia Universidad debe transformarse.
Siempre me he considerado una firme defensora de la incorporación de la tecnología a nuestros modelos pedagógicos, con la convicción de que la combinación de la presencialidad y las herramientas tecnológicas nos permiten mejorar los resultados de aprendizaje de nuestros estudiantes y darles un mejor servicio. Y en este momento nuestra mayor preocupación debe ser cómo responder de forma adecuada a las expectativas y necesidades de nuestros estudiantes.
Innovar es una de las herramientas de emprendimiento más fuertes que hay y hacerlo en un sector como el educativo es una tarea muy enriquecedora. Esta pandemia nos ha obligado a volcar nuestros esfuerzos en esta labor, con el objetivo de que los estudiantes sigan siendo el centro de este modelo.
Con la innovación como máxima en nuestra forma de pensar y actuar, en la Universidad Europea, la institución de la que formo parte, hemos querido adaptarnos a esta nueva realidad y llevar a su máxima expresión la digitalización de nuestro modelo educativo, algo que ya habíamos iniciado hace años. Hemos enriquecido nuestro modelo de Aprendizaje Experiencial HyFlex haciéndolo mucho más flexible y dotándolo de un componente híbrido que da a los estudiantes la oportunidad de vivir plenamente la experiencia y excelencia académica de la Universidad Europea cuando no estén en el campus y, a la vez, nos permite adaptarnos a las distintas necesidades que puedan ir surgiendo derivadas de la pandemia.
Combinamos así la formación presencial con la virtual garantizando una experiencia eminentemente práctica para los estudiantes y es aquí donde entra en juego nuestra gran aliada: la tecnología. Hemos realizado una importante inversión tecnológica digitalizando todas nuestras aulas, incorporando las últimas innovaciones en simulación y tecnología educativa, enriqueciendo nuestros programas con contenidos digitales de altísima calidad y relanzando nuestro campus virtual, con el objetivo de mejorar la experiencia de aprendizaje de nuestros estudiantes en esa aula extendida que hoy va desde nuestro campus hasta cada uno de sus ordenadores, allí donde estén.
Afronto el inicio del nuevo curso, al igual que todos los profesionales que trabajan en la Universidad Europea, con gran ilusión, y con nuestro compromiso renovado con la calidad y la excelencia. Cambia el escenario, el contexto es especialmente convulso, pero lo que no cambia es la vocación de trabajar para tener siempre al estudiante en el centro de todas nuestras acciones y ofrecerles una formación que les proporcione los conocimientos, las competencias y los valores que les identifiquen como grandes profesionales y como ciudadanos comprometidos con este mundo que se transforma.
Otilia de la Fuente
Directora general de la Universidad Europea