Cuando, de pequeña, me preguntaban qué sería de mayor, yo respondía muy rápidamente: ESCRITORA.

IMG_3413Leía a todas horas, géneros muy variopintos. Cualquier cosa que hubiera por casa. Cómo agradezco que no hubiera móviles en aquella época. ¿Cuántas páginas de papel habría sustituido por esa maldita pantalla? Ni lo sé.

Y de ahí a escribir, sin saber muy bien cómo.

Llegó la adolescencia y poco a poco dejé de escribir, pero no de leer. Probablemente nadie se dio cuenta de lo importante que era para mí. Ni yo misma.

La vida se me tragó.

Todo quedó en una anécdota infantil que rememorar en las reuniones familiares. “¿Te acuerdas, Sol? Tú, de pequeña, querías ser escritora”. Como si en algún momento hubiera decidido ser otra cosa, como si mi vocación se hubiera esfumado por arte de birlibirloque.

Escritora es lo último que quise ser.

Y un buen día, con la crisis de los 40, esa edad a la que llevas media existencia dedicándote a lo mismo IMG_2276(el marketing en mi caso) y te planteas si quieres seguir igual durante la mitad que te queda, decidí bucear debajo del pragmatismo, de lo rentable, de las tablas de Excel, de los presupuestos y allí apareció mi tesoro: mi talento. O, al menos, algo que me gusta hacer más que nada en el mundo, con lo que pierdo la noción del tiempo y el espacio, mientras vomito palabras que pienso mucho más rápido de lo que escribo.

Mis amigos hicieron el resto, porque si ellos no hubieran insistido para que creara mi blog, Las Claves de Sol’; si no me hubieran enviado mil enlaces en los que inspirarme; si no hubieran compartido mis textos; si no me hubieran animado todos los días de estos últimos cuatro años, mis Claves no se habrían convertido en una de las webs de humor para mujeres más leídas de España y una editorial no se habría fijado en mí para que escribiera mi primera novela, Algún día no es un día de la semana’, que ya va por su segunda edición.

@martajuanolaYo sabía, mucho antes de recibir esa llamada maravillosa, de qué trataría mi historia.

Creé una protagonista llamada Sofía Miranda, una madre soltera que, en una visita a Nueva York, toma una decisión: encontrar su lugar en el mundo. El lector la acompaña en su cotidianidad, en sus viajes (geográficos y emocionales) y verá cómo se enfrenta a sus miedos, a sus pasiones y a sí misma.

Yo quería contar que hay vida más allá de los 40, que la maternidad perfecta no existe, que el camino a la felicidad está plagado de obstáculos y decisiones muy complicadas, pero que ello no debe frenarnos JAMÁS. Que la amistad es el amor más grande que existe. Que es nuestro deber adorarnos.

Sofía es cualquier persona que, en un momento dado, se cuestiona, desaprende, IMG_3942recuerda lo que un día quiso ser y que, por cualquier razón, se quedó por el camino.

Sus historias provocan carcajadas, llantos y, sobre todo, te pellizcan la conciencia para que te des cuenta de que el fin de las relaciones no es una catástrofe pero sí lo es el seguir anclado a una situación que te hace infeliz; que la vida hay que tomársela con humor y que es necesario deshacerse de los estereotipos porque, de lo contrario, acabarás viviendo la vida de otros y no la tuya.

«Hay que hacer cada día algo que te entusiasme, aunque sólo sea imaginar, aunque eso signifique dormir menos, aunque eso signifique escribir hasta las tantas». O eso dice Sofía Miranda.

Y yo.

Sol Aguirre

Escritora de ‘Algún día no es un día de la semana’

Autora del blog ‘Las claves de Sol’