Una de las cosas más curiosas, y a la vez desconcertantes del mundo que nos ha tocado vivir, es lo que yo denominaría el discurso de los “tópicos”. Parece que todos estemos obsesionados por la globalización, el mundo digital, las apps, etc. Por otra parte, en la empresa, la gente habla mucho del valor de las personas, de su desarrollo personal, de la seguridad, de la formación y cómo no, de la conciliación familiar e individual, lo más semejante a una panacea que se vendió como el gran logro de este siglo XXI.

M.Angeles-Tejada-682x1024El escenario no puede ser otro que el mundo laboral y la utopía tampoco es nueva: “compaginar vida y trabajo”, pero en lo que no se acaba de acertar es en la fórmula ideal porqué, quizás a menudo y con la mejor voluntad, acabamos creyendo que seguimos en el paraíso terrenal y Dios proveerá para todos. La realidad es que todo tiene un precio y el placer también. La razón es obvia, el descanso es consecuencia del esfuerzo y, por tanto, se compensa, lo contrario es lo que denominamos “pasividad” y ésta hay que pagarla.

Las que somos o hemos sido empresarias, tenemos muy claro que la clave del éxito es la sostenibilidad y ésta depende del resultado que, a su vez, está ligado a un sistema organizativo eficiente que tiene que ver con la estrategia de negocio y los recursos que empleemos, ya sean materiales o humanos.

Y más allá de los medios técnicos o físicos, hay que prestar la mayor importancia al capital humano que poseemos, por tanto a las personas, y en la medida en que desarrollan su función al final todo puede llegar a cuadrar o no.

Por ello, cuando contratamos profesionales, debería preocuparnos, por encima de todo, la persona que existe detrás de cada función laboral. Y para elegir bien, debemos cuidar una cuestión clave, que no es otra que la adecuación de la persona al puesto y, por tanto, debemos asegurar no sólo que las competencias individuales se ajusten a la tarea, sino que todo el entorno propicie que se puedan desarrollar. Esto incluye desde la prevención hasta el tipo de liderazgo, que es uno de los debates actuales que no voy a tratar ahora, pero que resulta decisivo para la optimización de resultados.

Es un hecho que una persona emocionalmente feliz, que le gusta lo que hace, que percibe el reconocimiento de sus jefes, y que siente que puede desarrollar su potencial, será más rentable. Pero, a menudo, en otros foros empresariales, hablan de otras claves de la motivación que van desde la compensación económica a extraños métodos de conciliación que equivalen a más tiempo de ocio, como si todo dependiera de que la gente trabaje menos horas para ser más feliz.

No pretendo convencer de que el “trabajo” por sí mismo sea una alegría, pero creo que si tienes que dedicarte a trabajar, mejor hacerlo a gusto; y si no te gusta lo que haces, déjalo a otro o bien haz que te guste. Al final la vida, no es otra cosa que aceptación de lo que no se puede cambiar y posterior actitud.

Como conclusión, creo que tanto las empresas como las personas, que es casi lo mismo, aspiramos a sobrevivir y, si es posible, ser felices o disfrutar con lo que hacemos en nuestra vida. En los tiempos actuales, tan “líquidos” y fugaces en los que todo cambia constantemente, la clave está en tener muy claros los valores que nos han funcionado y saber adaptarnos, ser flexibles, porque no hay mejor conciliación que conseguir cierta armonía en nuestra vida.

Mª Angeles Tejada

Directora  General  Public Affairs  Randstad

Presidenta de Honor de Fidem