Marzo ha sido para muchos el mes de la mujer. Numerosos estudios han mostrado datos muy diversos sobre la presencia femenina en diferentes sectores, ámbitos y profesiones. Y, además, diferentes países han elegido esta fecha para publicar normativas que impulsen una mayor igualdad en el plano político, social y económico.

Así, el presidente francés, Emmanuel Macron, aprovechó el 8M, coincidiendo con el Día de la Mujer, para proponer un plan destinado a eliminar la brecha salarial en el sector privado y así garantizar el cumplimiento de la norma francesa, que prohibía la discriminación salarial desde 1972. El nuevo plan, que será presentado en abril, obliga a las empresas con más de 50 empleados a incorporar un dispositivo que controle la desigualdad en las nóminas de los trabajadores. La implantación se plantea en dos fases. Por un lado, en 2019, las empresas de más de 250 empleados deberán haber instalado el programa informático destinado a controlar las diferencias salariales; y un año más tarde, en 2020, se ampliará a las empresas de más de 50 trabajadores. Además, se plantea cuadruplicar, hasta 7.000, el número de inspecciones laborales para garantizar la normativa.

Asimismo, Portugal, en el Consejo de Ministros que celebró el 8M, aprobó subir del 33% al 40% la cuota de mujeres en todas las listas electorales, en las empresas públicas y en la enseñanza superior. Además, el Gobierno también pretende que este porcentaje se extienda a los altos cargos del Estado y a los Consejos de Administración de empresas públicas y semipúblicas, además de a los órganos universitarios.

Por otra parte, en este mismo mes de marzo, Líbano registró un récord de participación femenina en la inscripción de candidaturas para los próximos comicios parlamentarios que tendrán lugar el 6 de mayo. Concretamente, se inscribieron un total de 112 del total de 976 candidatos. A pesar de que esta cifra resulte “extremadamente baja”, supone un récord de participación frente a las últimas elecciones, que tan solo contó con 12 inscritas, de las que tan solo llegaron cuatro a sentarse en el hemiciclo junto a 124 varones.

A pesar de estas noticias, podríamos decir “optimistas” aunque reflejen lo lejos que nos encontramos de la verdadera igualdad, nos encontramos con el cambio de tendencia de América Latina, en el que tras la salida de Michelle Bachelet de la Jefatura de Estado de Chile el pasado 11 de marzo, la región se ha quedado sin representación femenina. Se cierra así una etapa en la que se llegó a contar con cuatro jefas de Estado simultáneamente en la región. Así, cuando Bachelet llegó a la presidencia en 2014, la brasileña Dilma Rousseff cumplía su tercer año al frente Planalto; la argentina Cristina Fernández su sexto año en la Casa Rosada; y Laura Chinchilla, el cuarto en la Casa Presidencial de Costa Rica. Una situación, tristemente inimaginable hasta 1990, cuando Violeta Barrios de Chamorro, primera mujer presidenta en Latinoamericana, fue elegida para ser jefa de Estado de Nicaragua.

Ya en algunas ocasiones hemos tratado la importancia de la presencia femenina en diferentes materias políticas como la resolución de los conflictos armados. Pues bien, ahora quiero hacer un llamamiento a la necesidad de que haya más mujeres al frente de los gobiernos. Quizás la ley de cuotas puede ser una solución a corto plazo.  Hemos comprobado que aquellos países que han contado con una mujer en la Jefatura de Estado o una mayor presencia femenina en sus parlamentos tienen una visión más plural, un mayor desarrollo y, por supuesto, registran una mayor igualdad, no solo de género, sino social en general. Basta echar un vistazo a Islandia, primer país del mundo en el que una mujer fue elegida jefa de Estado, Vigdis Finnbogadóttir, en 1980, y del que ya hemos hablado en diversas ocasiones como un modelo de igualdad a seguir. Qué duda cabe que todos los países deberían seguir el ejemplo de Islandia e impulsar una mayor presencia femenina en el plano político, ya que a esta le seguirán, entre otros, el económico y el social.

María Cano Rico

Periodista