Siempre me ha gustado explicar algunos conceptos a partir de la raíz etimológica de las palabras porque considero que del estudio del origen de las palabras, así como de la fuente y los detalles de sus cambios estructurales de «forma» y de significado, podemos entender mejor su sentido y aplicación. De hecho, a mis alumnos internacionales de la Appalachian State University, siempre les explicaba la raíz etimológica de la palabra emprendedor “entrepreneur”.

El término emprendedor deriva de la voz castellana emprender, que proviene del latín, con el prefijo in, en, y prendĕre, coger o tomar. Está estrechamente relacionado con el vocablo francés entrepreneur, que aparece a principios del siglo XVI haciendo referencia a los aventureros que viajaban al Nuevo Mundo en búsqueda de oportunidades de vida. En sentido económico, fue definida por primera vez por un escritor francés, Richard Cantillón, en 1755 como el proceso de enfrentar la incertidumbre. Así se fue utilizando el término para identificar a quien comenzaba una empresa.

Dicho lo cual, del estudio de la etimología de la palabra emprendedor, me quedo con las siguientes palabras claves: su prefijo in, en, y prendĕre, que significa coger o tomar, y su sufijo “dor” el que realiza la acción, agente o causante porque siempre hemos escuchado que tu mundo solo cambia cuando dejas de sentirte una consecuencia de él y decides ser causa.

Dando un salto en el tiempo y avanzando en la Historia (con mayúsculas) nos encontramos con que la palabra emprender está más de actualidad que nunca. Emprender está de moda, pero se trata de una moda en la que las mujeres nos encontramos con grandes barreras: en Europa el 52% de la población son mujeres, pero del conjunto del emprendimiento, solo el 30% es femenino, según cifras de la propia Unión Europea. Si nos vamos a números globales, en el mundo hay 128 millones de mujeres emprendedoras, de las que 650.000 son españolas, tal y como indica el Informe de la Red GEM sobre Emprendimiento Femenino de 2015. La tasa de actividad emprendedora (TEA) femenina a escala mundial es del 11% y en España, del 4,5%. Estadísticas poco alentadoras, pero que deben convertirse en un acicate para las mujeres que trabajamos porque la igualdad de oportunidades sea la norma en nuestros entornos profesionales y en los de las generaciones que nos suceden.

En la Universidad Europea de Valencia mantenemos un decidido compromiso en la consecución de la igualdad y en la celebración de la diversidad porque queremos formar a personas que impacten positivamente en sus entornos llevando la bandera de la justicia social en todo momento y situación. A esta vinculación con la igualdad y la diversidad queremos unir la apuesta por el emprendimiento como una nueva forma de entender las relaciones laborales en un mundo cada día más globalizado. Nuestro modelo académico quiere contribuir a eliminar los techos de cristal. El de acceso a la financiación y ayudas, como principal freno a la creación de nuevas iniciativas y el de la cultura de diferenciación del trabajo entre hombres y mujeres representada en la brecha salarial; estas dificultades hacen que las mujeres realicen un análisis coste beneficio de manera continua.

En este punto me gustaría hablar de un ejemplo de la institución que represento en el que el principal objetivo es ayudar a sus estudiantes a recorrer el camino que han elegido para conseguir sus sueños. Me refiero al programa de Jóvenes Emprendedores Sociales de la Universidad Europea. Una iniciativa dirigida a jóvenes de entre 18 y 29 años que desarrollan proyectos de impacto social o ambiental en España, trabajen en red con estrategias de movilización social efectivas y que busquen la transformación social basada en la equidad, la justicia y/o la protección del medioambiente. Estos premios son un fiel reflejo de la misión de nuestra Universidad en la formación de profesionales con un fuerte componente ético, capaces de entender y promover la sostenibilidad en sus profesiones.

También realizamos encuentros internacionales para reunir a emprendedores sociales, expertos y representantes institucionales y sentar las bases de la consecución de un cambio social y debatir sobre los roles de futuros líderes en las empresas.

Iniciativas que evidencian que en la institución que represento somos muy conscientes del papel que adquiere la educación como agente transformador, porque como ya señalaba Nelson Mandela, Doctor Honoris Causa de nuestra institución: “La educación es el arma más poderosa que existe para cambiar el mundo”.

Amparo Galbis

Rectora de la Universidad Europea de Valencia