Parece que las mujeres están de moda desde que apareció el movimiento “Times Up” en Hollywood. Será por la resonancia mediática o quizás porque la sociedad necesitaba una fuerte agitación desde sus cimientos para evidenciar el peso de tantos silencios, agravios y discriminación durante siglos y, al fin, la globalización, y especialmente Internet, han acercado los extremos del mundo. Ya nada es ajeno a nadie, y los problemas, mucho más que las virtudes, aparecen para sonrojo de la gente anclada en sus intereses.

En el mundo laboral las cosas no van a mejor ya que sigue habiendo discriminación salarial frente al trabajo masculino y no solo en España, también en otros países europeos del llamado primer mundo. Se siguen sufriendo abusos de género, que van desde la violencia a los acosos laborables, el burning o las trabas para la promoción profesional.

Sin duda, hemos avanzado mucho en los últimos diez años y el “regalo” del nuevo presidente del Gobierno mostrando -por primera vez creo en la historia- un cuadro de ministros con dominancia femenina, es un buen ejemplo. De hecho, ahora toca demostrar que se sabe gestionar y que no hay complejos para dirigir un país. Estoy convencida deque estas competencias de las que hemos hablado mucho en estas páginas se pondrán de manifiesto.

Pero la participación femenina en las decisiones socio-económicas no alivia mucho las realidades del mundo actual en el que se hace notar un peso importante de decisiones políticas tanto en Europa, como en EE. UU. y en otros países. Como el renacimiento de mensajes preocupantes de exclusión que van desde la clara y poco humanitaria decisión de algunos países del sur de Europa hacia emigrantes forzosos, hasta las políticas del otro lado del Atlántico de Bush. Este pretendido “peaje” con el que se castiga la libertad de las personas no es otra cosas que la punta del iceberg de la incomprensión, la insolidaridad, la arbitrariedad y, sin duda, la evidente “ceguera” y falta de perspectiva de mandatarios, que no solo olvidan las realidad propia, sino que carecen de toda visión de futuro.

Si bien es cierto que todos los países desearían una emigración “a la carta” y que realmente faltan trabajadores con determinada formación, lo cierto es que no haber asumido la necesidad de influir para que se produzcan cambios en los procesos educativos en estos países de origen, e incluso la transformación de sus actividades de producción, va a provocar que mucha de esta gente que viene a Europa a trabajar tengamos que formarla “in situ” y asumir su coste, aunque nuestra demografía también mejorará.

Claro está que esta falta de previsión es achacable, sin duda, a una forma de dirigir que yo me atrevería a definir en masculino, por priorizar el corto plazo, la competitividad a destajo, la explotación de recursos indiscriminada, la unidad de coste  y, especialmente, el resultado de ebita. Por encima de una visión basada en decisiones compartidas, una forma de administrar recursos de forma racional, competitividad basada en la creación, nunca en la eliminación de puestos de trabajo, dicho de una forma fácil, de organizar el mundo, pensando en la gente que vive en él, mucho más que en beneficio propio, como se haría en una familia. Y eso para mí es una de las aportaciones que podemos hacer desde una visión femenina asociada a una forma de entender una familia, pues una sociedad no es otra cosa que la suma de muchas familias.

Debemos pensar en la responsabilidad empresarial versus a la transformación que se está gestando. En como orientar a nuestros equipos para que puedan adaptarse a los nuevos modelos productivos. Pensar que si elegimos a personas para formar parte de nuestra estructura adquirimos un compromiso con ellos y sus familias, y es nuestro deber advertirles de los riesgos e impulsar que puedan mejorar sus debilidades frente a nuevos retos. Quizás el talento que buscamos ansiosamente lo tenemos en nuestra casa y es simplemente invisible.

Ahora es el momento de los hechos, es cierto que últimamente se habla mucho de valores y todo el mundo parece añorarlos, cuando es tan sencillo como intentar practicarlos en el día a día. Deseo que todo este movimiento hacia lo ecológico, lo natural, el cuidado individual y todo esta corriente mediática realmente contribuya a reconstruir un modelo de convivencia más humano, en el que cada uno haga bien lo que sabe hacer y todos salgamos ganando.

Mª Angeles Tejada

Directora General Public Affairs  Randstad

 Presidenta de Honor de FIDEM