A menudo, las noticias sobre el empleo acostumbran a sonrojarnos tanto por la precariedad, que es inevitable en muchos casos, como por el porcentaje negativo. No obstante, nos alegra comprobar que, de forma paralela, existen programas de todo tipo. Este es el caso de INCORPORA, promovido por La Caixa, en el que colaboran muchas organizaciones, o los promovidos por la Fundación Randstad que, además de cumplir una función social, están dirigidos a colectivos con riesgo de exclusión o con otras capacidades y en los que, además,  a través de itinerarios formativos diseñados para cada colectivo se consigue una integración de 1.800 personas anualmente. Personas que no tenían esperanza en conseguir un puesto de trabajo y que, después de sentirse escuchados, atendidos, orientados y formados, lo consiguen.

M.Angeles-Tejada-682x1024Es cierto que el éxito se consigue en gran parte cuando los candidatos que acceden a la formación tienen la actitud necesaria para adaptarse al puesto de trabajo, pero con la cualificación adecuada se consigue mejorar la actitud que, además, acostumbra a ser el primer requisito que valora el mercado para su empleabilidad.

Celebro que se fomenten las iniciativas que permitan abrir la mente y comprender que el mundo necesita talentos y talante, y en gran parte se consigue con la diversidad de personas.

Hace unas semanas tuve la oportunidad de compartir la experiencia con una gran empresa que está contratando a personas de más de 50 años, donde complementan equipos senior con otros más jóvenes con grandes conocimientos tecnológicos pero a los que les falta la experiencia. En este sentido, los dos colectivos se retroalimentan mutuamente de conocimientos distintos y permiten mantener puestos de trabajo de personas con experiencia demostrada, compromiso y valores, que al mismo tiempo requieren de formación en nuevas tecnologías y que los equipos jóvenes pueden aportar.

Lo complicado es que estas prácticas en general no se prodigan y, a menudo, la segunda oportunidad es poco más que una utopía, ya que las empresas se fijan demasiado en el corto plazo y en muchos casos no ven más allá de su estado de comodidad. Algo parecido a lo que ocurre en la limitada concurrencia de mujeres a responsabilidades ejecutivas; es más fácil elegir a personas de un mismo sexo en las empresas para trabajos que requieren un grado de responsabilidad, y en ocasiones no se tienen en cuenta a otras personas con preparación, actitud y conocimiento para ocuparlos. Es más fácil personas conocidas, pero nos perdemos nuevas visiones, ampliar el campo de visión e incorporar a personas diversas, hombres, mujeres, culturas distintas, capacidades diferentes, que permiten obtener mejores resultados, aunque no sea a corto plazo.

Creo que nos hemos acostumbrado tanto a seguir sistemas “tradicionales” en los que cuesta mucho poner imaginación y se hace necesario buscar otras fórmulas de colaboración entre personas que, sin duda, permitirían aumentar el ángulo de visión. Cuando hablamos de personas con otras capacidades, mal llamados discapacitados, deberíamos pensar que otras capacidades siempre suman, que no existe una sola forma de trabajar, de pensar, de gestionar, sino que hay que escuchar a personas con visiones distintas, que suman valores.

Al descartar a estas personas con más de 50 años, excluidas de un mercado que ha prejubilado a muchos profesionales por razones económicas o simplemente para no invertir recursos en formarlos, estamos renunciando a la experiencia, el talento,  y el conocimiento de personas que aportan su compromiso y olvidando que la mejor tecnología jamás podrá sustituir una sonrisa humana. Así también, cuando se cierra el camino a muchas mujeres que aspiran a aportar sus capacidades y conocimiento desde una perspectiva más social y humana, nos perdemos lo más importante, que es la complementariedad, ya que con buena actitud, todos hacemos falta. Lo mismo que ocurre en la naturaleza: nunca podríamos soñar disfrutar un día de sol si antes no hubiera existido una noche, el viento que limpia el aire y la lluvia que hace crecer las plantas.

Mª Angeles Tejada

Directora General de Publica Affairs de Randstad

Presidenta de Honor  de Fidem