Una de las mayores paradojas de nuestro tiempo se refiere a cómo alcanzar el éxito a través del fracaso. Esta formulación resulta bastante familiar para la gente que, como yo misma, hemos basado nuestra experiencia profesional en el emprendimiento y supongo que tampoco será ajena a todas aquellas personas que, de una u otra forma, están compitiendo durante toda su vida. A menudo, el M.Angeles-Tejada-682x1024“suspenso” no es otra cosa que el aviso de un reto que nos obliga a superarnos: no creceríamos sin obstáculos y, quizás por ello, las crisis también se definen como oportunidades. Con los datos recientes del paro en 2016, nos encontramos con otra enorme paradoja, pues los datos de un descenso real de la bolsa de desempleo parecen ideas extrañas que se contraponen a una parte de la comunidad laboral. Será porque siempre existen intereses distintos en función de la actitud que se quiere sostener, algo parecido a ver un vaso medio lleno o medio vacío. En mi modesta opinión, hay una mejora general en la economía y en el mercado de trabajo, pero debemos prestar atención especial a la situación que se plantea en la calidad de empleo futuro, habida cuenta la evolución tecnológica y la digitalización.

El gran reto de las empresas en los últimos decenios, y que justifica sobradamente la ingente labor de adecuación de personas/función laboral que realizan las empresas de recursos humanos, ha sido, sin duda, acercar y tratar de sincronizar la mejor persona-profesional para determinados puesto-función laboral. De hecho, el éxito de las empresas se basa en gran parte en la calidad de sus equipos humanos, en su mejor gestión del conocimiento y en el reconocimiento del mercado, que percibe el resultado final en los productos y/o servicios que consume. Y, ahora, el nuevo reto empresarial consiste en su capacidad para captar y retener talento, pues ha aprendido que las personas no sólo se fidelizan con un buen sueldo y una posición de cierta comodidad, también suman otros factores como el plan de carrera, la posibilidad de una formación continua, especialmente en la madurez de la edad laboral, el engranaje con el proyecto futuro de la empresa, la relación humana, el tipo de liderazgo y algo importante que no debe ser sólo una moda: los valores.

Sobre la difícil ecuación entre la digitalización y el empleo, se acaba de publicar un exhaustivo informe de Randstad que, sin duda, aporta mucho realismo y sentido común; dice, por ejemplo, que la digitalización aportará no menos de 1.250.000 empleos, entre directos e indirectos. Para ello, se debe flexibilizar el mercado, facilitar la re-educación profesional, potenciar la formación superior en STEM (ingeniería, ciencias, tecnología, matemáticas), así como toda aquella formación tangencial que aporte valor añadido.

Buenas noticias, sin duda, para las mujeres profesionales y no sólo porque vamos superando obstáculos año tras año, con mayor reconocimiento social y más presencia en todos los foros, sino porque nosotras estamos realmente acostumbradas a las paradojas. A pesar de que nuestro trabajo signifique más del 75% de la economía mundial, especialmente en el tercer mundo, somos probablemente más aplicadas en los estudios (Informe OCDE el 66% de mujeres van a la universidad, frente a un 52% de varones), somos más permeables a la comunicación, la empatía, la intuición, la visión global, multitarea y, cómo no, paradójicamente tenemos más resistencia a la frustración. Llevamos siglos superando obstáculos y barreras salariales, de liderazgo y de exclusión tácita en foros económicos pero, a pesar de todo ello, seguimos adelante y lo mejor de todo es que nuestro éxito no equivale a ningún fracaso ajeno, sólo aspiramos al reconocimiento de la normalidad.

Mª Angeles Tejada

Directora General de Public Affairs de Randstad

Presidente de Honor de Fidem