Un investigador es perseverante, conoce sus metas y alcanza sus propósitos. Actúa por iniciativa propia usando sus recursos, trata de dar soluciones fluidas y/o flexibles frente a los problemas y busca oportunidades para resolver sus demandas o exigencias. Además, trata de estar siempre motivado y tiene como fortaleza perseguir la perfección en lo que hace, mantiene una gran vitalidad para desarrollar las actividades y cumple con los compromisos adquiridos, planifica el desarrollo de sus tareas, evalúa y corrige sus acciones trabajando y cooperando en equipo.

Cuando un investigador fija su meta en un objetivo, aprovecha todas las oportunidades que le brinda el sistema para poder financiar y realizar su idea, aunque actualmente no es fácil conseguir financiación pública porque, en general, hay poco dinero para numerosas iniciativas. Sin embargo, muchos años de trabajo, estudio y esfuerzo hacen que un investigador desarrolle sus conocimientos y profundice en su línea de trabajo, algo que le va permitiendo encontrar respuestas a las hipótesis generadas y a la vez genera que se formule nuevas preguntas. Un investigador no se rinde y trata de dar solución a los contratiempos.

En este contexto de investigación y de búsqueda del conocimiento, mi línea principal de trabajo se centra en conocer la relación que existe entre la microbiota intestinal y la salud general. Porque, cuando persigues con pasión una idea y no logras financiación, buscas nuevas ideas y fuentes para lograrlo y te reinventas; de hecho, así fue como nuestro grupo, siendo creativo y emprendedor, obtuvo el apoyo de compañeros de la universidad para desarrollar una buena idea y plasmarlo en un díptico que representa el inicio de nuestro proyecto MECCA.

MECCA es un proyecto con el que queremos demostrar que la realización de ejercicio físico junto con la mejora de la microbiota intestinal -bien por modificaciones en nuestra dieta o por la ingesta de probióticos o prebióticos- puede mejorar la calidad de vida de pacientes supervivientes de cáncer, en concreto, cáncer de mama, aunque podría extenderse a cualquier otro tipo de cáncer. Y esto se consigue porque el ejercicio mejora la masa muscular de los pacientes de cáncer (muchas veces mermada por el tratamiento con quimioterapia y/o la inactividad) y, junto con la mejora de la microbiota, se favorece el funcionamiento del sistema inmune consiguiendo mejorar la calidad de vida de estos pacientes.

Como uno de los grandes protagonistas de nuestro proyecto es el ejercicio y uno de nuestros investigadores es un gran atleta subcampeón de España de medio maratón, se dieron dos circunstancias clave que confluyeron de cara a esta gran carrera de 63 km desde el hospital ‘Mancha Centro’ de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), hasta la Plaza Mayor de La Solana el 2 de abril. ‘Kilómetros contra el cáncer’ es un desafío que tiene un objetivo claro: dar a conocer la importancia de la investigación y la necesidad de afrontar el cáncer desde un punto de vista integral. Tenemos que poner en evidencia que, además de invertir en investigación básica y farmacológica, se tengan en cuenta otros aspectos como el ejercicio físico y la alimentación, que pueden mejorar la calidad de vida de los pacientes y el pronóstico de la enfermedad. Las personas o entidades que lo deseen podrán ayudar aportando financiación al proyecto y serán kilómetros recorridos por la investigación porque el verdadero triunfo de esta carrera será el de la lucha contra el cáncer, ¡juntos ayudamos a los pacientes a superar su marca!

La información sobre esta iniciativa se puede encontrar en este enlace.

Y si con este reto no conseguimos sumar lo necesario para desarrollar el proyecto seguiremos buscando formas de financiarnos y desde aquí hacemos un llamamiento a la sociedad en general, que debe concienciarse de que el bienestar de la misma es debido al trabajo de miles de personas que creen en esta herramienta básica para hacer una sociedad más sostenible.

Mar Larrosa Pérez

Investigadora Ramón y Cajal en la Universidad Europea