FOTO SECUNDARIAbCuando pensamos en un emprendedor, nuestra idea es la de aquella persona adulta que ha desarrollado una idea o creado una empresa de manera libre y autónoma. Pero, ¿en alguna ocasión nos hemos planteado como llega ese sujeto a ser un emprendedor?

Debemos remontarnos a un proceso que se debe desarrollar a lo largo de la vida, desde los primeros años, cuando iniciamos la educación. Es aquí donde entra a formar parte de manera altamente significativa la familia, que posteriormente deberá coordinarse con el contexto escolar.

Las habilidades que se potencian en el emprendimiento deben tener su base familiar para poder generalizarla a un contexto externo.

Los padres deben establecer límites claros que enseñen a sus hijos a conocer sus posibilidades y limitaciones; saber cómo actuar y asumir las consecuencias de sus actos. Poner límites desde la infancia es una necesidad que nos enseña a dirigir nuestras conductas que se madurarán en la adolescencia y juventud. Sin ellos, el adolescente no conoce cómo actuar, el joven duda y el adulto es incapaz de responsabilizarse. Límites claros que los padres deben establecer para que los niños sepan qué paso dar y para que lleguen a emprender en su vida siendo dueños de sus decisiones.

La autonomía es otra competencia que debe ser trabajada desde casa. Cada vez observamos más familias que sobreprotegen a sus hijos, consecuencia que potencia la inseguridad y el desasosiego cuando han de llevar a cabo una conducta de manera competente. La autonomía debe verse desde un amplio margen: posibilitar recursos a los hijos que les haga eficaces en la resolución de problemas, trasladando el conocimiento adquirido en contextos diferentes; capacidad de gestionar de manera autónoma el propio proceso de aprendizaje estableciendo de manera independiente sus ritmos; ser capaces de aprender a lo largo de la vida afrontando con entereza la incertidumbre. La autonomía les ayudará a desarrollar una inteligencia resolutiva y resiliente.

La familia debe posibilitar en sus hijos la capacidad crítica para tomar decisiones, entender que la elección en muchos momentos es suya, saber que deben buscar información que madurarán e integrarán valorando todas las opciones. Tomar decisiones es un proceso difícil que deben trabajar. Enseñarles desde pequeños es facilitarles las tesituras que van a tener en su desarrollo, es una capacidad que deberán tener fomentada para ser emprendedores de proyectos propios y ajenos. Saber arriesgar es saber ganar y perder; ser críticos en un momento será la clave para valorar el riesgo al emprender.

La capacidad de independencia es otra de las reglas básicas en el emprendimiento. Los padres tienden actualmente a defender a los hijos en todo momento ante las diferentes circunstancias sociales y escolares, sin darse cuenta de que anulan la capacidad de responsabilizarse de sus conductas, y anulan también la capacidad de resolver problemas cuando se presentan. Muchas veces hacen suyo los que son de ellos y les incapacitan para ser dueños de su vida, lo que les impide ser ágiles al emprender acciones presentes y futuras, en su labor personal, escolar o laboral. Asumir el esfuerzo es una imperiosa necesidad que debe ser objetivo en la familia. En muchas ocasiones, son los padres los que toman las iniciativas de sus hijos; son incapaces de entender que el fracaso forma parte de su vida y que a equivocarse se aprende al igual que a triunfar. Emprender será misión imposible si previamente no ha habido momentos de caerse y levantarse.

Otro punto importante es la coordinación entre el contexto escolar y familiar. Es imprescindible establecer líneas de actuación comunes que generen coherencia en la conducta de los chicos. Desde el colegio se intenta educar en el proceso vital de los alumnos; debe existir por parte de los padres una confianza plena en los profesionales que están a diario con ellos y evitar juzgar aquellas decisiones que se toman desde el centro escolar. Los chicos deberán saber que hay momentos en los que para ser emprendedor debes admitir opiniones de otros, ser conscientes de que tu punto de vista es distinto, por lo que acatar soluciones divergentes a su pensamiento posibilitará la capacidad de innovar e intervenir en su vida activa. Pensar que ayudamos a nuestros adolescentes justificando ante los demás todo lo que pueden hacer es el mayor error que podemos cometer e impedirá la capacidad de tomar iniciativas a lo largo de su proyecto futuro.

Reflexionemos sobre este tema. Lo considero clave para potenciar el emprendimiento desde una visión amplia del concepto. Todos formamos parte de una sociedad en la que adultos diferentes influimos en aquellos potenciales que podrán ser emprendedores del futuro.

María Cristina Hernández
Psychologist of Secondary and High School
Brains International School